miércoles, 12 de mayo de 2021

LA COMUNICACION Y LA EMOCIÓN DESDE EL ENFOQUE POR COMPETENCIAS EN EDUCACIÓN

Por: Lic. Malena Ortiz Rodriguez


Rafael Ochoa Flórez, en su texto “Hacia una pedagogía del Conocimiento”, destaca que la formación humana se constituye en el eje que dinamiza el proceso de formación pues implica el reconocimiento de la diversidad multicultural, la autonomía y autodeterminación del ser, la universalidad del conocimiento.

En este orden es importante señalar que no existe formación sin dos elementos: comunicación y emoción, la actividad pedagógica del docente debe centrarse en potenciar estos dos ejes que son el motor de desarrollo integral del educando. La comunicación implica la interlocución dialógica, entendida como la posibilidad de construir el conocimiento a partir del encuentro de saberes que llevan implícitos los presaberes de tipo social cultural, personal de los actores implicados en el proceso. La emoción, está directamente ligada al “deseo” a la “sed” de aprender generada, por el componente motivación que jamás debe estar ausente del aula de clase.

Atendiendo a las realidades que permean el proceso formativo en la actualidad, se hace necesario fijar la mirada en una educación centrada en el ser en todas sus dimensiones; bien lo señala Jairo Anibal Niño, que el ser humano es multidimensional al valorarlo no sólo como ser cognitivo, sino biológico, afectivo o volitivo, social e histórico; que puede autodireccionar su rumbo valorándolo como un “ser que piensa, siente e interactua” (1994,3).

Por lo tanto, las propuestas didácticas actuales, deben responder a modelos educativos abiertos, posibilistas y flexibles que sean inclusivos y abran nuevos caminos en la construcción del conocimiento crítico, la cultura, la identidad dentro de un sistema globalizado exigente que se soporta en la competitividad empresarial y profesional. Ello no significa que el enfoque actual por competencias sea el ideal, sólo se trata de tenerlo en cuenta pues el mundo educativo actual se centra demandas empresariales y en la hegemonía mundial de un modelo que tiene sus intereses puestos en el fortalecimiento de los grandes intereses económicos.

En este orden de ideas, las propuestas didácticas deben tener en cuenta las competencias básicas que no necesariamente, deben ir enfocadas hacia el refuerzo del modelo económico individualista actual; éstas pueden conducir a una transformación de la teoría y la práctica educativa partiendo fundamentalmente del enfoque de los saberes, los contextos en que estudian o analizan, los ámbitos y sinergias conjuntas para alcanzar metas colectivas antes que individuales a través de la participación activa y concertada del conjunto.

Las competencias básicas, antes que reforzar un enfoque individualista permite al individuo ser más analítico y crítico frente a la realidad que enfrenta; posibilita que se convierta en un ser que contribuya con la transformación de la sociedad, que valore la diversidad para extraer de ella lo que le permitirá avanzar: un individuo que aprende a aprender pero que también sabe hacer y sabe convivir.

Desde el punto de vista lingüístico, Noam Chosmky introduce dos elementos claves en el aprendizaje: la competencia y la actuación; la primera es entendida por el lingüista como la capacidad del individuo para resolver problemas y visionar el mundo atendiendo a su historia personal y sus experiencias previas almacenadas en el cerebro; la segunda se refiere a la puesta en práctica de esas competencias en diversos entornos. No obstante, aunque estos elementos previos sean diferenciados entre los individuos, Chomsky considera que cualquier persona dotada de la facultad de hablar es capaz de expresarse en su propia lengua con corrección e interpretar y entender lo que otro individuo le desea comunicar.

El enfoque de competencia propuesto para la práctica educativa, va más allá de un enfoque economicista, implica la valoración de los dos elementos mencionados: comunicación y emoción, pues la competencia debe asociarse a la noción de Chomsky como capacidad creadora, generativa y asociativa que formen a los estudiantes para la vida.

La incidencia de la comunicación en el desarrollo de competencias es notoria ya que los adelantos científicos actuales señalan que no puede existir aprendizaje sin comunicación, lo cual significa de-construir el modelo comunicacional tradicional que ha caracterizado la educación para diversificarla y potenciar los múltiples caminos que ofrece esta área que va desde el uso de las Tics como herramientas de apoyo, hasta la valoración de los signos lingüísticos y no lingüísticos en el desarrollo del proceso formativo; es decir, implica la utilización de canales auditivos, visuales, kinésicos, etc., para que los actores puedan ser entes activos que participen, relacionen, compartan y transmitan en forma eficaz sus ideas, pensamientos y sentimientos.

Por su parte, la emoción, afecta las competencias de los individuos pues es la provoca la motivación hacia el aprendizaje, bien se señala que no existe aprendizaje sin emoción; esto quiere decir que es necesario potenciar en los estudiantes el deseo a aprender, valorar la motivación interna para que se manifieste en acciones claras y precisas que lo lleven a ser una persona que se reconoce a sí mismo como un valioso, único e irrepetible; capaz de programarse a sí mismo para alcanzar las metas deseadas y para superar sus falencias.

En términos generales, se hace necesario reflexionar y actuar en forma responsable sobre el sentido que le demos al enfoque por competencias pues no debe abordarse desde una perspectiva deshumanizada que lleve a que los estudiantes se conviertan en profesionales tecnócratas que desconocen la ética como elementos que conduce su actuación profesional; es necesario repensar el enfoque por competencias y dirigirlo hacia la utilización de los aprendizaje hacia fines altruistas que sean efectivos en diversos entornos de actuación profesional; hacia la construcción de una ciudadanía que valore los intereses, necesidades y expectativas de la mayoría de la sociedad antes de de una minoría; en fin, un profesional que sea capaz de regular su pensamiento, sus emociones y conducta hacia la búsqueda del bien.

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