jueves, 13 de julio de 2023

SALTOS ESCRITURALES AUTOBIOGRÁFICOS EN TIEMPOS DE COVID

 12 de abril de 2021 

 Soy una célula de un gran cuerpo que es la humanidad; soy una célula buena, tengo altas mis defensas contra el covid 19 y me preparé de manera celosa tanto física como psicológicamente para este posible momento. Hoy 12 de abril, todo mi cuerpo está tensionado, me hice ayer la prueba en laboratorio particular; desde el medio día estuve revisando el link del mismo, hasta que recibí la noticia “Soy positiva para covid”. Mi proceso digestivo se transformó en un chorro desesperado de defecación infinita, se transformó en escalofrío y profundo miedo.

En ese instante, recordé que mi preparación consistió en alimentación sana, cuidado del cuerpo, yoga, lectura, en fin, una serie de retos a los que enfrentaba por mi carácter y mi forma de asumir la vida. Me controlé y saqué de mi interior ese yo rebelde y guerrero, disipé mi lado pesimista y mantuve mi mente positiva a pesar de esta vicisitud. En este instante que escribo tengo la certeza de que no vale la pena lamentarse, no hay culpas; el mundo lo siento como una lucha constante y transformadora que debe conducirnos a visualizar el futuro como un largo trasegar por la vida llena de obstáculos que debemos sortear. 

Hace un momento le di la noticia a mi esposo y mis hijos; la alerta familiar se expandió hasta Barranquilla y España; aparecieron los amigos dispuestos a ayudar, las palabras de amor y aliento han sido gratificantes; no obstante, esta situación me ha hecho reflexionar sobre el privilegio de atención recibida. Mi hijo, de carácter nervioso como el mío, me hizo medir la temperatura y oximetría hasta el cansancio; mi hija y su esposo se volvieron los chefs oficiales de la casa. 

 Mi esposo, mientras estuve aislada ayer, hizo comentarios jocosos en el chat sobre el almuerzo: Petit soupé de cebolla, picué al ajillo, acompañado de arroz en grano virgen de palitroque, songorocosongo de aguacate y destilado suave de guayaba. 

 Hoy aparecieron nuevos escritos del mismo calibre: arroz filipino tierno recogido antes de la cuaresma de la diosa Kali, ensalada con vegetales del huerto adyacente a los jardines de Babilonia, acompañado de una mistura de atún aleta amarilla.

Mi familia llenándome de energía, dándome el aliento que empezaba a faltarme. Soy fuerte porque me han rodeado de cariño, soy fuerte porque mi vida ya no es mía sino también de ellos; soy más fuerte de lo que pensaba; mi miedo y la espera son mi esperanza; soy fuerte porque me quité la coraza de víctima y ahora soy victimaria del covid y libraré una dura batalla; soy fuerte porque tengo la absoluta certeza de qué durará sólo un instante de mi vida y seguiré caminando en medio de esta tormenta que afecta mi mente y mi cuerpo. Soy un ser amado, arropado en la soledad del cuarto; mi libertad esta encerrada en este cuarto, pero mi espíritu está al lado de los que me acompañan desde afuera. 



Agosto 8 de 2021 

A veces lo que no se escribe se olvida, pero aún persiste en mi mente una imagen que se repite día tras día en mis sueños; es tan recurrente que hoy siento la necesidad de escribirlo. Ese día me asomé a la puerta del cuarto que esta levemente abierta y lo vi sereno, contemplando el paisaje marino desde el pequeño balcón que se convirtió en su refugio contra los malos pensamientos y la tristeza. 

 Ese espacio le permitía reflexionar sobre su vida y la de otros; sus privilegios frente a las carencias que observaba a su rededor como queriendo dar un poco de si mismo para no sentirse culpable por ser uno de esos pocos que ha recibido atención excepcional frente al covid.  Se veía tan frágil que quería arroparlo con el manto de mis brazos, darle consuelo en sus cavilaciones que eran mucho más dolorosas para él que los malestares de la enfermedad. 

Esa pequeña luz de la puerta entreabierta, me mostró su verdadero yo, aparentemente se resistía a  reflejar susto y de miedo pero yo sabía que estaba lleno de angustia por el posible desenlace de este incidente.  Siempre ha sido así, no le gusta mostrar sus sentimientos oscuros, se mantiene incólume ante la adversidad; se resiste al dolor, lucha contra esos fantasmas que a veces lo acosan y con unas gotas de humor hace comentarios alentadores y optimistas.

lo vi, desde la pequeña abertura, cómo escapaba a esos fantasmas inyectándoles una dosis de lectura en la que se perdía en el mar de fantasías y personajes salidos de sí. Estaba ahí, sólo con su soledad, sólo con la compañía de esos seres imaginarios, sólo sin su celular porque lo estaban agobiando con tantos mensajes inhibitorios que lo podrían conducir al abismo sin luchar. 

 En medio de mis observaciones tenía la esperanza de seguir contando con sus abrazos nocturnos, sus piernas pegadas a mis nalgas y quería seguir escuchando sus palabras, aunque a veces sonaban repetitivas; sabía que no me iba a dejar sola, que estaríamos juntos por un tiempo infinito; que la tormenta pronto se calmaría y que en un futuro no lejano dormiríamos en la misma cama, cada uno en el lado correspondiente; que la soledad de ese lado de la cama, se reemplazaría por ese otro ser que estaba en la habitación contigua y nos brindaríamos mutuo consuelo. 

Tengo la certeza que nuestros lazos hoy son aún más fuertes, que ni el tiempo ni la adversidad pandémica pudo romper las cadenas de amor que se esconden en nuestros corazones y hoy somos más humanos; o menor dicho, hoy somos dos en uno, o de otra manera somos uno en dos.

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